Vuelta a Valderejo

Hace más de un mes se celebró la XI. Marcha por el Parque Natural de Valderejo y, como no pudimos acudir ese día, la dejamos en pendientes para hacerla tan pronto como pudiéramos pero en versión trail running. Hoy es festivo y lo tenemos marcado en el calendario con una equis.

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Vuelta a Valderejo Lalastra 32 km 1300 m+ IR

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Nos pegamos un buen madrugón para estar en Lalastra a una hora temprana, como para que podamos hacer el recorrido tranquilos y sin miedo a tener algún imprevisto que nos retrase cerca del atardecer. Ahora los días son muy cortos y no se puede hacer rutas demasiado largas. El frío es intenso y nos ponemos a tiritar en el aparcamiento mientras nos atamos las mochilas y colocamos los bastones en ellas. Se nota que ha helado en la meseta.


Empezamos subiendo por la pista cementada de Las Arrayuelas y somos capaces de articular una sola palabra. El frío es demasiado para el cuerpo.


Enseguida tenemos buenas vistas de todo el parque y vemos el recorrido que vamos a hacer alrededor de él, siguiendo todos los cordales y pasando por todas las cimas.


Llegamos al collado del Portillo de Arrayuelas y el aire nos corta la cara. Ha habido un par de rampas fuertes que han ayudado a entrar un poco en calor pero tampoco gran cosa. Hace muchísimo frío.


La pista que se dirige a Las Arrayuelas es un ida y vuelta tranquilo por el cordal, con alguna piedra suelta algo incómoda en la parte final pero muy corredera.


Hacemos cima junto al poste geodésico y, al darnos media vuelta, podemos ver las cumbres nevadas de Recuenco, la cima que viene después. A mí me preocupa un poco que haya mucha nieve porque hemos venido con calzado de correr y no estamos muy preparadas para un piso así.


Dejamos atrás el portillo y pasamos a correr por un estrecho sendero que se pierde, por momentos, entre los árboles. Cada vez es más complicado seguir a la carrera.


Empezamos a encontrar nieve cuando todavía nos queda muy lejos la cima a la que nos dirigimos. El sendero deja de ser visible al pasar por un terreno rocoso y tenemos que andar con cuidado de dónde pisamos.


No es que haya mucho desnivel, pero seguimos ganando altitud y la nieve se hace más presente. Empezamos a tener los pies bastante mojados.


Este tramo es precioso y a mí se me hace muy divertido, aunque a Amaia no le parece lo mismo. Se nos ha cortado un poco el rollo de la carrera y bastante tenemos con poder seguir avanzando. Hace un frío bestial.


Llegamos a un altiplano junto al cortante y las vistas son espectaculares. Podemos volver a correr para calentar los pies, pero no por mucho tiempo.


Hay que andarse con cuidado de no torcerse un tobillo en un terreno tan pedregoso y más con el frío que estamos pasando.


Antes de llegar a la cima, la nieve vuelve a hacer acto de presencia y ahora con una capa mucho más densa en la que nos enterramos por encima del tobillo, dejando los pies congelados.


Ha habido un momento en el que nos habríamos dado media vuelta pero lo más inteligente ya es continuar el camino porque empezaremos a bajar enseguida por la otra vertiente de Recuenco.


Pero por la otra parte aún es peor y nos enterramos hasta la rodilla. El aire frío nos da de lleno y pasamos un rato complicadillo.


Parecía que la nieve iba a ser cosa de un momento pero nos estamos un buen rato para llegar a la zona limpia. Hay unas ganas tremendas de ponerse a correr de nuevo para entrar en calor.


Termina la nieve y parece que el sol se apiada de nosotros y asoma para ayudar a calentarnos. Amaia tiene los labios morados de frío y yo necesito ir golpeando los pies con más fuerza.


Se nos ilumina la cara viendo lo que nos viene por delante. Por fin salimos de la nieve y la pista es muy corredera. Además, nos vienen recuerdos de cuando veníamos por aquí a hacer senderismo con los críos pequeños.


El terreno es cómodo, con predominio descendente, y marcamos un buen ritmo de carrera que nos ayuda a entrar en calor. El sol no termina de decidirse a quedarse con nosotros y, cuando se oculta, vuelve a hacer un frío de narices.


Ya tenemos la ermita de San Lorenzo a la vista y allí es donde vamos a parar un instante para tomar un ligero avituallamiento.


Llegamos a la ermita y coincidimos con un par de grupos que han accedido por la pista que viene directa de Lalastra. No hace día como para ir andando.


Paramos un rato para tomar un batido de chocolate junto a unos kit-kat. Acabo de estrenar la mochila de SALOMON y es como si no llevara nada.


Nada más ponernos de nuevo en marcha, empieza la subida a Vallegrull que, desde donde nos encontramos, no deja de ser un pequeño esfuerzo.


La nieve vuelve a hacer acto de presencia pero en mucha menor medida de lo que nos encontramos en Recuenco, así que podemos subir sin problemas a un buen ritmo.


Vuelve a salir el sol y la subida transcurre pegada a un hermoso cortante con unas buenas vistas de lo que es el inicio del desfiladero el río Purón.


En la cima de Vallegrull, corre bastante aire y es helador. Las vistas hacia el sur son espectaculares, con toda la sierra de La Bureba en primer término tras la localidad de Frías.


Comienza una larga bajada que concluirá en Ribera, el pueblo abandonado tan famoso de este parque.


La pista se adentra en el bosque y mantiene un porcentaje de pendiente muy cómodo para la carrera.


Hasta que llegamos a Ribera con una tarde increíble. Ha subido bastante la temperatura y vuelve a salir el sol. Por esta zona, hay bastante gente paseando.


Ya llevamos veinte kilómetros y solo nos quedan un par de esfuerzos. La subida a Santa Ana será el más importante. Tenemos la montaña delante pero hay que rodearla para acceder  la cima por detrás.


El sendero de subida es una maravilla. Primero viaja entre praderas y luego se mete entre los árboles. Vamos siguiendo los puntos amarillos de la ruta que tienen señalada en el parque.


Solo la parte inal de esta subida tiene cierta dificultad. Se trata de un tramo muy empinado con algunas rocas en las que hay que apoyarse bien con las manos para no caerse. Las vistas desde Santa Ana son buenísimas.


La bajada es muy técnica, por una pista estrecha con muchas piedras y con fuerte pendiente hasta llegar al cauce del río Purón, a un par de kilómetros de la población de Herrán.


Llegamos al río y lo que viene ahora es alucinante, con un paso por el desfiladero por el que da gusto correr.


La estrechez del camino no permite que entre el sol y, unido a la humedad del río, hace que haga un frío importante. Aún así, vamos calientes de  no parar de correr y se soporta fácilmente. El sonido del agua es muy gratificante.


Salimos del angosto desfiladero y seguimos subiendo hacia Ribera. Nos queda muy poco pero todo es para arriba.


Dejamos atrás Ribera y, mientras nos acercamos a Lalastra, vamos comentando lo alucinante que está siendo la ruta. Hemos pasado por pistas cementadas, pistas de tierra, bosques, senderos, cortantes, cimas rocosas, laderas nevadas, desfiladeros increíbles, ... Solo nos falta tener de vadear un río y ... ¡toma! ... Es decirlo y tenemos que pasar uno.


Un par de repechos se hacen duros antes de terminar. Ya llevamos más de treinta kilómetros y se notan en las piernas.


Hasta que vemos las casas de Lalastra y tenemos el final de este rutón al alcance. Sin duda alguna, uno de los recorridos más espectaculares que hemos hecho.


Mientras nos acercamos al pueblo, vemos todo el círcuito alredor nuestro. Estos recorrido todo el parque en esta ruta circular y somos conscientes de todo lo que hemos pasado hasta llegar aquí.


Llegamos al aparcamiento y vuelve a hacer muchísimo frío. Nos cuesta cambiarnos de ropa pero tenemos un perol enorme de arroz con leche esperando como para reponer las fuerzas de todo un ejército.


Esta ruta es de esas que hacen que esto de correr por la montaña enganche tanto. Unir deporte y turismo de esta manera es una pasada.

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